lunes, 4 de mayo de 2015

El fracaso de Italia en la Segunda Guerra Mundial (2)

Madrid, 4 de mayo de 2015. José E. Ron.

Continuamos la serie acerca del papel de Italia en la peor guerra que ha sufrido Europa a lo largo de la historia. Tras un breve resumen de la actuación del Estado fascista en sus diferentes frentes de guerra, entraremos en analizar las consecuencias que tuvo la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial.

  • Norte de África:

En septiembre de 1940 Italia mandó a 250.000 hombres para que atacaran Egipto, controlado por Gran Bretaña. El general al mando de la ofensiva italiana, al desconocer el estado del ejército británico y a la escasa mecanización del suyo, decidió detenerse en Sidi Barrani y no avanzar hacia el Cairo. Se produjo entonces una contraofensiva británica, con un número de fuerzas muy inferior a las italianas. Consiguieron la rendición del ejército italiano y un avance aliado hasta El Agheila, en Libia.
Esta derrota, supuso el envío de tropas por parte de Alemania hacia el norte de África, las Afrika Korps al mando del mariscal Rommel.


  • Grecia:

La guerra breve que el régimen fascista había prometido se estaba alargando más de lo normal, y el Estado Mayor italiano ve en Grecia un escenario propicio para equilibrar la balanza de fracasos italianos, pese a las recomendaciones de Hitler. La invasión de Grecia fue una decisión totalmente política. Las operaciones comenzaron en octubre de 1940, siendo completamente un desastre, puesto que no solo no logran invadir Grecia, sino que el ejército heleno es capaz de avanzar hasta las posesiones italianas en Albania. Grecia sería posteriormente invadida por Alemania.

  • Invasión de Italia:

Con la entrada norteamericana en la guerra, el sino de la misma cambió, y las potencias del Eje empezaron a debilitarse. Uno de los planes de incursión en el viejo continente fue precisamente por Italia, de esta forma, en julio de 1943, tropas aliadas invadieron Sicilia, y de ahí saltaron al resto del país. El Rey mandó arrestar a Mussolini, formándose un nuevo gobierno, que pese a ser aun aliado del Eje, comenzó a negociar la paz. Esto provocó que Hitler enviara contingentes de su ejército a Italia, que formarán en el norte la República Social Italiana. De esta forma la monarquía declaró la guerra a Alemania, y las tropas aliadas continuarían empujando al ejército alemán, produciéndose finalmente la liberación italiana en abril de 1945.

Consecuencias de la intervención italiana en la Segunda Guerra Mundial:

  • Consecuencias para Alemania:

Alemania consideraba a Italia como un aliado potencial en caso de entrar en un conflicto a gran escala. Hitler siempre había tenido admiración por Mussolini, desde el establecimiento del régimen fascista en Italia en los años 20. Sin embargo, la relación entre ambos fue contradictoria en la mayoría de los aspectos. Mussolini desconfiaba de Hitler, y no compartía sus objetivos referentes a la dominación y a la primacía racial.

Hitler siempre mantuvo la alianza con Italia, cumpliendo todos los tratados, al contrario que había hecho con otros países. Incluso, una vez caído del poder Mussolini, tras su arresto, se llevó a cabo una misión de rescate por parte de Alemania.

Pero tener a Mussolini como aliado era algo peligroso, puesto que debido a su temperamento, era capaz de tomar decisiones imprevistas y no del todo reflexionadas o preparadas. Tener a Italia como aliado le supuso a Alemania muchos quebraderos de cabeza.
Con la entrada de Italia en la contienda todo el mundo esperaba una operación militar a gran escala, pero ésta nunca se produjo, ante la incomprensión de todos los países, incluido Alemania, que perderá buenas ocasiones de tomar más ventaja aún en la guerra si Italia hubiera tenido algún plan concreto, como podría haber sido la toma de Malta, misión prevista por suposición por la mayoría de los servicios de espionaje de los demás países. Esto se producirá por una falta de planificación a largo plazo sobre los quehaceres en el conflicto.

Muy importante es la forma en la que Italia entra en la guerra, lo hace a toda prisa, acortando plazos a pasos agigantados para no perder el tren de los vencedores. Todo esto conlleva una falta de preparación enorme en todos los aspectos del país para afrontar una guerra. Italia no está preparada ni económica, ni social, ni moral (el pueblo desea la paz, o en su defecto un conflicto de carácter muy corto), ni militarmente. El ejército italiano, según los propios estudios de los altos mandos del mismo, estaría preparado para una guerra a gran escala en 1943, tres años después de la declaración de hostilidades a Francia y Gran Bretaña. La infantería no está totalmente adiestrada para un escenario de guerra, los vehículos motorizados son insuficientes y poco contundentes, al igual que la marina, únicamente la fuerza aérea italiana está, en teoría, a la altura de lo que se espera. Esto provocó los desastres que sufriría el ejército italiano en los campos de combate.
Esta falta de preparación estará totalmente relacionada con la ausencia de planificación militar, comentada anteriormente. Los Estados Mayores no disponen de planes en común, vitales para cualquier guerra, y más para una guerra total, como sería la Segunda Guerra Mundial, en donde la intervención conjunta de armada, aviación, carros de combate e infantería serían cruciales.

Mussolini no ordenará avances ni objetivos con fines militares o estratégicos, lo hará o bien por motivos políticos, o bien por reacciones imprevistas, lo cual garantiza el fracaso en una guerra.

Por tanto, la entrada de Italia en la guerra se realiza en un estado de debilidad que le impedirá cosechar frutos en el campo de batalla, esto además agravado con el carácter de guerra paralela, es decir, tanto Alemania como Italia emprenderán acciones por su cuenta, al menos al principio del conflicto, todo lo contrario que las tropas angloamericanas, cuya planificación estaba unificada, lo que asegura una mayor coordinación y rendimiento de las tropas.

Esto lo podemos comprobar en los primeros meses de la guerra en el escenario del norte de África, que se abre con la incorporación de Italia al conflicto. El ataque italiano sobre Egipto no da sus frutos, logrando el ejército británico aguantar posiciones. Esto supondrá el envío por parte de Alemania de los Afrika Korps, y por lo tanto el establecimiento de un frente estable, que será vital para el devenir de la guerra, ya que supondrá el posterior salto al continente europeo por parte del ejército aliado. En resumen, la presencia italiana supondrá el alargamiento del conflicto en el escenario del norte de África, obligando esto a un mayor despliegue por parte de Alemania, con más tropas en más lugares geográficos.

En Grecia se vuelve a demostrar la incapacidad italiana para participar en esta guerra. La decisión de invadir Grecia es puramente política, ya que Mussolini no está satisfecho con Hitler, debido a la intervención alemana en Rumanía. Por esto decide invadir el país heleno de forma unilateral, sin contar con la opinión germana, que rechazaría los planes italianos. Es más, Mussolini informa a Hitler de sus planes en su reunión el mismo día que comenzaron las operaciones militares, para demostrar así a Alemania la independencia italiana, considerada por muchos como país satélite alemán en estos momentos.
El fracaso italiano en Grecia fue visto como un gran peligro para las fuerzas del Eje, por lo que la misma Alemania decide intervenir directamente, y acaba por ocupar Grecia en abril de 1941.

Esta desconfianza de Alemania frente a su amigo mediterráneo, se pone de manifiesto en la campaña contra la URSS. Hitler avisa en el último momento a Mussolini acerca de sus planes en Rusia; aun así, el Duce insiste en enviar tropas al nuevo frente. El Führer contestó al ofrecimiento agradeciendo a Italia la ayuda, pero animándola a utilizar dicha ayuda en fortalecer los demás frentes. Sin embargo se enviaron unos 220.000 soldados italianos a Rusia, y una vez allí comenzaron los problemas entre ambos países respecto a los suministros de estas tropas. Tras la batalla de Stalingrado, Alemania se negó a repatriar a los supervivientes italianos, que tuvieron que regresar como pudieron, aumentando las distancias entre Italia y Alemania.

En el aspecto económico Italia se convirtió en un país dependiente de Alemania. Sus productos, prácticamente en su totalidad, veían como su destino era el país germano. Italia dependía de Alemania en todo lo referente a suministros de guerra y provisiones energéticas. A cambio miles de trabajadores italianos acudieron a trabajar en fábricas alemanas, que cada vez más, demandaban mano de obra extranjera. Esto sin embargo no contentaba del todo a Mussolini, que no quería que los alemanes vieran a los italianos como una clase inferior a ellos.
Es decir, tomando como referencia a Alemania, la entrada de Italia en la guerra perjudicó más que benefició al país germano, puesto que no solo tuvo que abrir más sus frentes, sino que también tuvo que reparar todas las malas decisiones y las malas acciones del gobierno italiano.

Lo que en muchos conflictos hace decaer la balanza a favor de un bando, como es la incorporación de aliados a la contienda, en esta ocasión producirá el efecto contrario. La entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial será más una carga para Alemania que un apoyo estable tanto militar como económicamente.

Bibliografía:

CHURCHILL W., MEMORIAS. LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, 2 VOLÚMENES, LA ESFERA DE LOS LIBROS, MADRID, 2004.

GILBERT M., LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: 1939-1942, LA ESFERA DE LOS LIBROS, MADRID, 2005.

GILBERT M., LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: 1943-1945, LA ESFERA DE LOS LIBROS, MADRID, 2006.

SEMINO A., CRÓNICA MILITAR Y POLÍTICA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, VOLÚMENES 1-7, SARPE, MADRID, 1978.

TOYNBEE A.J., LA EUROPA DE HITLER, SARPE, MADRID, 1985.

1 comentario:

  1. Muy interesante, desconocia cual era el desencadenante del envio de tropas alemanas a africa. :)

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