miércoles, 29 de abril de 2015

No hace falta mirar fuera...

Collado Villalba, 29 de abril de 2015. Manuel Cano Ruiz-Ocaña.

Lo vemos en sus datos económicos,  pero lo vemos también en su civismo, en su manera de comportarse y de actuar en la sociedad, vemos que han construido un verdadero Estado del bienestar. Por tanto podríamos decir que les admiramos. Hablamos de los escandinavos.
Hoy nos atañe hablar de Finlandia, concretamente de su sistema educativo, que una vez más puede decir con orgullo que es el mejor sistema educativo del planeta (según el informe PISA). Pero, ¿qué convierte a Finlandia en un referente educativo mundial? y ya que estamos ¿podemos trasladar este sistema a un país como España? ¿Qué consideramos como la “clave” para construir un gran sistema educativo?

Primera opción: el dinero. Posiblemente no nos falte razón, pues con dinero se construyen colegios, o se paga a buenos profesores. Siguiendo este argumento, de elevada simplicidad, habríamos dado con la explicación: Finlandia es el país que más dinero destina por alumno en educación.
Pero cuando se analizan los datos del Banco Mundial para el año 2009 se descubre que esto no es así[1]. Allí hago una comparación entre los países escandinavos y veo que Finlandia es, de hecho, el que menos porcentaje del PIB destina a educación, siendo para ese año de un 6,8%, frente al 7,2% de Noruega, el 7,3% de Suecia y el 8,7% de Dinamarca. Ese mismo año, 2009, se realizó un informe PISA donde Finlandia se encontraba entre los 5 primeros a nivel mundial en las tres categorías[2] (habilidad lectora, matemáticas y ciencias), mientras que sus vecinos (noruegos, daneses y suecos) no superaron en ninguna de las categorías el 10º puesto , siendo un gran resultado, más si cabe comparándolo con España, pero por tanto, hay algo más que el dinero para explicar estos resultados pues siguiendo dicha regla Finlandia, Noruega y Suecia deberían tener unos resultados parecidos y Dinamarca un resultado muy superior, y es algo que no se asemeja con la realidad.

Ahora la pregunta clave es: ¿qué tiene el sistema finlandés de enseñanza cómo medidas diferenciadoras con respecto al resto?[3]

AULA Y ALUMNO: Las aulas son muy distintas, pues son lugares donde la organización del espacio se va cambiando o modificando dependiendo de la actividad a realizar y no siguiendo el modelo por territorios que tanto hemos visto en nuestro sistema. No quiero decir que el modelo por territorios sea plenamente nocivo, de hecho tiene muchas utilidades concretas, pero desde luego que hay otros momentos donde se debe trabajar en grupo, y eso rompe por completo dicha organización territorial.
También me pareció percibir un concepto de aula muy diferente al nuestro, y es que para ellos el aula no es un espacio físico concreto, sino que es simplemente el lugar donde se realiza la actividad docente y por ello el lugar puede cambiar con más frecuencia utilizando recursos diferentes (aula de ordenadores, talleres de manualidades, laboratorios…etc.).

Por último no olvidarnos de los grupos más reducidos, clases donde los alumnos no superan los 20 miembros, algo que en ciertos países (como España) no se puede afrontar por razones demográficas y económicas.

DOCENTES: ¿Cómo se forma y cómo se desarrolla un docente en Finlandia? ¿Qué visión tiene la sociedad de él?
Una persona que en Finlandia quiere dedicarse a la labor educativa es una persona que desde el punto de vista de los resultados académicos forma parte de una élite (sus resultados son muy superiores a los de la media). Una vez ha sido aceptado en una universidad para estudiar lo que aquí denominamos magisterio, va a estar 5 años preparándose para ello, y son 5 años con una exigencia muy elevada (se nos cita concretamente en el vídeo el alto grado de abandono que hay en la carrera) y además desde el segundo año de curso ya realizan prácticas docentes en centros educativos reales, lo que les adjudica al acabar su carrera 4 años de experiencia dando clases (comparémoslo por un momento con nuestro sistema, en el que esas actividades prácticas se reducen a un tiempo mucho menor). No olvidemos que el sueldo medio de un docente en Finlandia es uno de los sueldos más altos si lo comparamos con otras profesiones, en contra posición pensemos en un momento en nuestro país…


¿Podemos implantar este sistema en España?

Los problemas de trasladar el sistema educativo finlandés a España comienzan con los alumnos por clase. En un país con 10 veces más población (como es el caso de España) es complicado gestionar un sistema educativo con aulas de no más de 20 alumnos, pues esto involucra, dado el caso de nuestra situación, la construcción de nuevos espacios y de nuevas aulas, esto es, construir colegios e institutos, algo que por la situación económica del país es muy complicado. Pero incluso obviando este problema, imaginemos por un momento que España aumentara sus presupuestos en educación permitiendo la construcción de más centros educativos, nos encontraríamos con otras “piedras” en el camino.
La más clara es la formación que han recibido nuestros docentes, una formación que en contraposición a la finlandesa no es de excesiva exigencia, además de que no se ha dado a nuestros docentes las herramientas (no tienen por qué ser materiales) para poder realizar su actividad (resolución de conflictos, atención a la diversidad, exposición en público, realización de proyectos, trabajos en grupo…etc.). Es decir, me atrevería a afirmar que nos encontramos con que nuestros profesores, en general, tienen muchos conocimientos, pero no saben enseñar.
Por último no olvidarnos de la reputación social que tiene en nuestro país la profesión docente, una reputación que la considera una profesión sin importancia, casi diríamos poco reconocida, y con ello con una remuneración económica que no destaca, lo cual hace que además no tenga un alto grado de atracción para ser cursada.


Bajo mi punto de vista no podemos implantar al 100% un sistema educativo que se ha creado en una sociedad tan diferente a la española, como es la finlandesa, por las diferencias económicas, sociales y culturales de ambos países, lo que no quita que parcialmente podamos adoptar medidas que si que puedan ajustarse a nuestro país.


¿Qué nos queda para mejorar nuestro sistema educativo? ¿Debemos resignarnos a mejorarlo sólo levemente? ¿Debemos soportar año tras año las cifras tan escandalosas de absentismo y fracaso escolar? Podríamos enfocar el problema desde de punto de vista diferente, aunque algo arriesgado, y es: ¿en qué campos es España un referente a nivel internacional? ¿Qué cosas funcionan en nuestro país? ¿Qué envidian o usan de modelo otros países de nosotros?

Según la prestigiosa Bloomberg Markets Magazine[4] (la prestigiosa revista digital de economía) tras realizar un estudio en 2013 sobre la eficiencia de los sistemas sanitarios de los países desarrollados (de la OCDE), España ocupaba el primer lugar a nivel europeo, siendo la 5ª a nivel mundial (Año 2013 con una España ya bajo la política de recortes).

Al igual que Finlandia en educación, no somos, ni de lejos, el país que más dinero gasta en sanidad (ni porcentual, que fue del 10,4% del PIB para ese año[5], ni mucho menos total), por tanto, ¿qué nos hace tener el sistema sanitario más eficiente de Europa y el quinto a nivel mundial?
Creo que esto se debe al factor de la formación de los profesionales que actúan en este campo, en este caso los médicos, algo que podríamos comparar ahora sí con Finlandia en la educación con los profesores. “Nuestros” médicos cuando acaban su carrera universitaria sabemos ya que son unos grandes profesionales, ¿por qué?:

1.  Porque tuvieron que obtener unas notas medias realmente elevadas simplemente para ser aceptados por alguna facultad de medicina;
2.  porque esa exigencia no se acaba una vez empezada la formación, eso muestra el que haya un porcentaje importante de abandono;
3.  porque desde el segundo año ya están realizando actividades prácticas y en algunos casos, en cursos avanzados, también ya pasando consulta. Al acabar sus estudios tienen vocación y capacidades a partes iguales.

No olvidemos además que por parte de la sociedad se les reconoce ese esfuerzo, muestra de ello es su remuneración económica, siendo el sueldo medio de un médico en España mayor que el sueldo medio de otras profesiones.

A nuestros médicos les pedimos vocación y capacidades. Vivimos en un mundo dinámico, globalizado, por lo que a unos profesionales ya no podemos pedirles sólo vocación o sólo capacidades, sino que tienen que ser ambas, y por supuesto con un reconocimiento social y económico.

Esto encaja con lo que hemos visto en los profesores en Finlandia, y esto es algo que sí que podemos hacer en España, y lo podemos hacer no porque nuestros “amigos” escandinavos lo hayan hecho varios miles de kilómetros al norte, sino porque nosotros mismos los hemos hecho en los hospitales. Muchas veces perdemos tiempo mirando hacia fuera, cuando probablemente la respuesta no esté tan lejos.









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